miércoles, 11 de marzo de 2015

La teoría chadertoniana de las cabezas escuálidas

La idea de Democracia gira en torno a una variedad de conceptos y valores que se supone son intrínsecos en la sociedad humana y favorecen a la convivencia de las personas en un espacio determinado. Entre tantos de esos conceptos y valores, están el de diversidad, el de pluralidad, el de libertad y derechos, que en resumidas cuentas ya son parte de nuestra naturaleza, o al menos en sociedades organizadas que se rigen por sistemas de Democracia.

Hablar de Democracia, por tanto, es hablar de gente que piensa, siente y actúa distinto, y que, encima, tiene toda la libertad de expresar cómo piensa, cómo siente y cómo actúa, sin que sea discriminado o relegado o reprimido por esas mismas razones. Por tanto, decir que una persona que no piensa como yo está en un error, es parte de mi libertad y tengo todo el derecho de juzgarle por eso, al fin y al cabo para eso es la democracia y para eso es la política, para resolver conflictos y diferencias a través de las palabras y el diálogo. Pero decir que si una bala le atravesara la cabeza no haría ruido e incluso pasaría rápido, porque al no pensar como yo, tiene la cabeza hueca, es como que bastante imprudente, ¿no? Sobre todo si ejerciera algún cargo público y comiera gracias a esa gente cabeza hueca que difiere de mí. 
Embajador Roy Chaderton
Pues esas fueron las declaraciones de, ni más, ni menos, el Embajador de Venezuela ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), el diplomático Roy Chaderton, con un impecable récord en el campo de la Diplomacia y con una elegancia bestial para ofender, criticar al Imperio y hablar basura de quienes le conviene hablar basura. Textualmente:

“Los francotiradores apuntan a cabezas, pero llega un momento en que una cabeza escuálida no se diferencia de una cabeza chavista salvo en el contenido. El sonido que produce en una cabeza escuálida es mucho menor, es como un chasquido, porque la bóveda craneana es hueca, entonces pasa rápido, pero eso se sabe después que pasa el proyectil…”

¿Creés vos posible que un diplomático de carrera, con una experiencia inefable, pueda referirse de esa forma de un contrincante político sea cual sea? En principio, usar el ejemplo de una bala parece tan vulgar, tan inhumano y vil que da la impresión de querer no sólo asesinar la cabeza que razona, sino también pretender matar ese sentimiento que inspira oposición. Luego se vienen otras ideas respecto de las declaraciones del embajador, como la marcada diferencia que desea dejarnos claro entre el chavista y el no chavista, entre un universo de sabios, intelectuales y expertos, y un universo paralelo de neófitos, estúpidos e ineptos.

A su vez, utiliza el término “escuálido” para dirigirse a las cabezas de los no chavistas como una forma de caracterizarlos como babosos, esqueléticos y hasta asquerosos, pero, por supuesto, con el toque protocolario que debe caracterizar a un diplomático de su envergadura. El punto no está en unas simples críticas a personas que considera adversas a su línea de pensamiento, ni en una crítica común de contraparte, el punto está en que si empezáramos a decirnos cosas tales, más temprano que tarde estaríamos llevándolas a la práctica y veríamos un atentado enorme a los principios por los que debe regirse una Democracia.

Ciertamente que la Democracia no es para cualquiera, y que nunca falta el que se siente demasiado libre como para quitarle la libertad a otro. Éste es uno de esos tantos ejemplos, y Venezuela con sus crisis en cadena, es otro de ellos. Obviando las sanciones por parte de Estados Unidos a algunos particulares venezolanos, las riñas diplomáticas entre ambos países y la coyuntura internacional, es preciso subrayar que bajo ningún contexto, expresiones como las del Doctor Chaderton son admisibles y debieran causar indignación para cualquier democrático que las escuche, tenga o no tenga la cabeza escuálida.


Quizá el Doctor Chaderton sea incapaz de fungir como francotirador e intentar probar su teoría de las bombas, balas y cabezas escuálidas. Pero de lo que sí hemos de estar seguros es de su intención de asesinar cualquier tipo de pensamiento que se le contraríe a su posición. El detalle está en que, basados en el principio de la dialéctica y rebobinando un poquito el casssette de la historia, claro está que por más que se intente matar cabezas escuálidas, y por más vacías que parezcan esas cabezas, su pensamiento jamás podrá ser erradicado y su idea ha de perdurar, dominando incluso frente a los sabios, eruditos e intelectuales, por una sociedad real democrática.

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