La
paz que respiro cuando duermo
se
asemeja únicamente a la paz que de tu mirada se expande
cuando
se encuentra con la mía.
La
seguridad con la que me despierto
se
parece a la certeza de mi alma
cuando
tengo el calor de tu abrazo
en
la noche fría de mi incertidumbre.
Más
la caricia de tu ser
cuando
de tu boca se desprende un te quiero,
frente
a la neblina invernal
de
mi corazón decepcionado...
No
es posesión, no es secuestro, no es prisión, no es clandestino;
es
ese desatino infantil de quererte siempre y para siempre,
es
agradecerle a la vida de vivir y personificar un sentimiento,
es
reír por dentro y bailar ante tu encuentro,
es
vivir con vos y crecer yo en vos y vos en mí.
Ni
vos, ni yo sabemos muy bien adónde vamos,
pero
sabemos con firmeza de dónde venimos;
ni
vos, ni yo por lo pronto lo decimos,
pero
sabemos realmente en qué confiamos.
La
vida se encarga de que encontremos
lo
que quizá ni buscamos,
pero
qué encuentro más sublime
que
el de la plenitud y la felicidad que anhelamos.
Si
hubiese un resumen de lo que gestamos,
dijese
que lo nuestro es una canción;
una
magistral rapsodia de movimientos sutiles,
entre
altos y bajos, entre canto, armonía y son;
de
composición inspirada y a veces hasta mal lograda,
de
compases magistrales, de ensayo y error.
El autor