jueves, 19 de marzo de 2015

La generación Matilda

Deberías escuchar ésta canción mientras leés la entrada: Thurston Harris-Little Bitty Pretty One

Es casi seguro que si naciste durante, o después de los 90’s, ésta frase te parecerá sumamente familiar: “Yo soy grande, tú pequeña. Yo estoy bien y tú estás mal. Yo soy listo, tú tonta. Y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo…” Y sí, seguro se te vino a la mente el rostro de pocos amigos de la directora del Colegio al que asistía Matilda. Esa es la misma frase que tanto Harry (el papá de Matilda) como Tronchatoro (la directora) le repiten numerosas veces a la pequeña protagonista, maga de la sabiduría, en el éxito filmográfico de los años 90, “Matilda”.

Matilda
Véanse las diversas figuras de poder, los distintos tipos de poder y las numerosas formas de ejercer ese poder que en una película infantil puedan aparecer, y los resultados que se pueden conseguir a raíz de ello. Apuesto a que te has encontrado, como mínimo, unas 5 veces esa película en la televisión, y siempre te ha llamado la atención la figura de una pequeña, en medio de un entorno atiborrado de consumismo, superficialidad e ignorancia y una familia desinteresada por el compromiso, sobrepasando incluso la frontera de la corrupción y el embuste.

La trama de la película se desarrolla entre las vidas análogas de una niñita y una profesora de colegio, ambas víctimas del poder autoritario, de la injusticia y de la represión, pero con la misma visión de crecimiento y lucha por la felicidad a través del conocimiento, los libros y el servicio a los demás. Entre muchos detalles importantes para reflexionar del recomendadísimo filme (ojo: ¡Recomendadísimo!), he de centrarme, en ésta ocasión, en la injusta relación asimétrica entre los chicos y los grandes, entre los que tienen y entre los que no tienen, y entre los que “saben” y los que “no saben”.

Seamos sinceros, ¿nunca has sido víctima de alguna injustica de cualquier tipo? Pues yo sí y Matilda también. ¿Cuántas veces en la vida no nos hemos visto de frente con alguna Tronchatoro que se siente superior a nosotros y cree que puede hacer con todo lo que tenga alrededor lo que quiera? Pues bueno, es ley de vida que más temprano que tarde “a todo chancho le llega su sábado”. Y a Tronchatoro desde luego que le llegó.

Tronchatoro
A grandes rasgos, Matilda puede caracterizarse como una niña dada a la lectura, deseosa por conocer nuevos mundos a través de los libros, ávida para las matemáticas y curiosa con todo lo que le rodea, capaz de poner en tela de juicio hasta a sus muérganos padres. Y es ahí donde se manifiesta la tremenda diferencia entre ella y los mismos. Su papá, un vendedor de autos obsoletos, remendados y a precios exorbitantes, es decir, un ladrón. Su mamá, una mujer distraída del mundo, egocéntrica y despreocupada de lo que no sea su cabello teñido y sus programas de televisión. Al final de todo, el problema no es que ella tenga los padres que tiene, sino que no le permitan ni estudiar, ni cumplir sus sueños tan infantilmente llenos de sabiduría.

Siguiendo la trama, aparecen otros personajes como la profesora Miel, una joven mujer sufrida, con una triste historia, pero que encuentra su felicidad enseñando en una escuela primaria dirigida por su tía, la directora Tronchatoro, una mujer infeliz, de carácter fuerte, violento y capaz de haberle quitado la vida a su hermano con tal de quedarse con su fortuna. Fácilmente, entonces, pueden identificarse  los malos de la película y los que claramente nos van dando un ejemplo de poder vil y autoritarismo desmesurado.

La idea no es contarte la película que seguro te la sabés mejor que yo, la idea es reflexionar en dos puntos en específico: la chiquilla atrevida y la grandota muy segura de sí misma. Si la chiquilla no hubiera tenido una pizca de curiosidad desde pequeña, si no le hubieran llamado la atención los porqués de su realidad, sino se hubiera creído capaz de enfrentar a sus enemigos y aplicar todos sus conocimientos para lograr equilibrar la balanza de su vida, la película hubiera tenido otro desenlace.
A lo largo de la vida nos vamos a encontrar con ese típico descendiente de Godzilla que, además de creerse superior a todo lo que le rodea, te va a hacer creer que sos un inútil, incapaz de todo e inepto incluso hasta para expresarte. Para muchos serán sus propios padres, para otros serán sus superiores, su jefe, sus profesores, o sus mismos problemas y realidades. Pero, ¿a pesar de ser un joven de la “generación Matilda” vas a dejarte oprimir por los Tronchatoros descendientes de Godzilla que la vida pone en nuestro camino? Espero que no.

Matilda inició su lucha enriqueciéndose de conocimiento, me imagino que todavía recordás el cochecito rojo en el que transportaba sus libros de la biblioteca a casa; se preparó en medio de libros y decidió -por cuenta propia- ir a la escuela. Luego adquirió una serie de dones extraordinarios que le hacían la vida un poco más fácil. Y sí, seamos realistas, ni vos, ni yo vamos a poder mover las cosas de su sitio con súper poderes o hacer volar a alguno de los compañeros de clase, pero tal vez después no te vas a quedar callado cuando te digan que no podés hacer algo o cuando te quiten algo que te pertenezca; vas a poder decidir por vos mismo y vas a poder irte abriendo camino en ésta larga competencia que se llama vida.

Matilda no sólo fue capaz de defender sus propios derechos, también pudo defender los derechos de sus amigos, los derechos de su profesora, logró poner en su sitio a su Godzilla y lo tal vez más trascendental de todo: sentirse importante, única y capaz, fuerte ante los obstáculos y con criterio propio para decidir qué hacer con su vida -uno de los más graves problemas de la juventud-. Asimismo, sin su atrevimiento característico, Matilda no hubiera podido hacer nada de lo que hizo. Orientó positivamente sus travesuras para conseguir sus fines, armó una revolución pacífica y consiguió darle un giro tremendo a su realidad.

Siempre y cuando nos tracemos un propósito, nos formemos para la batalla y tengamos claro quiénes somos y adónde vamos, podremos conseguir todo lo que nos planteemos. De la película podremos hablar horas de horas y encontrar numerosos detalles con moraleja, éste es uno, y quizá uno de los más importantes. ¿Quién diría que de una película infantil podrían salir tantas teorías filosóficas? Pues ya ves, el sentido está en encontrarle el mensaje a todo y aplicar a nuestra vida lo bien de ello que podamos aprender.


Pedro S. Fonseca H.

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