domingo, 21 de junio de 2015

Despierto y ¡VACACIONES!


Una mañana grisácea, nublada, fría y con llovizna; una taza de café que contrasta con el bravo hielo exterior; las campanas de la iglesia que entonan el Pange lingua en su compás; los pocoyos que cantan anunciando el crepúsculo y la tan peculiar sensación que indica una sola cosa: vacaciones. Vacaciones en una típica mañana norteña nicaragüense, envuelta en la bruma y el rocío de los tabacales, sin más obligaciones que respirar el aire puro y tomar a sorbos el café obligatorio matutino.

Las vacaciones de Universidad, aún con esa despreocupación de saber que el día no se irá más que con letras, música, enrollado en un sillón o caminando por las calles del pueblo visitando a las tan queridas amistades. Esas temporadas en las que se recargan las baterías después de los exámenes finales, el estrés y el cansancio, semanas para dedicarlas al completo descanso, a la hibernación y a despejar la mente. Pero no se vaya solamente a caer en el ocio. Para los que nos aburrimos de hacer la misma cosa por un tiempo prolongado, hay que ingeniárselas para cambiar de actividades y aprovechar al cien las vacaciones.

Estos tiempos de universitario son tan interesantes, por una parte se disfruta la satisfacción de haber terminado otro ciclo, la ansiedad de saber que pronto se iniciará otro más cerca de concluir y llegar a la meta, y esa indescriptible emoción de saber que tenés un tiempo para hacer lo que te plazca. Pero, por otra parte, está la nostalgia de haber culminado las clases, dejar de verte a diario con tus amigos y compañeros, saber que ya no vas a recibir las mismas clases y los nervios de pensar qué nos ha de deparar el futuro. Así de agridulce es esa transición. Sin embargo, a pesar del esfuerzo resiliente de afrontar ese cambio, la simple idea de saber que vas a poder hacer lo que más te gusta en las vacaciones, como que es suficiente para eliminar melancolías.

Perder la noción del tiempo, dormir en el día y dar guerra por la noche; comer como si la comida te la regalaran; pasar en conserva, sin baño, todo un día entero; escuchar tus canciones favoritas a todo volumen y entonarlas mejor que el cantante mismo; quitarte la pijama, bañarte y volverte a poner la pijama; no arreglar tu cama porque es trabajo innecesario; leer, ver y oír las noticias de todo el mundo desde que amanece hasta que anochece (bueno, este es un gusto personal sumamente raro), tuitear, leer y escribir lo que querrás todo el día, “si esto no es felicidad que baje Dios y lo vea y aunque no se lo crea, esto es gloria” diría Miguel Bosé.

En lo personal, no me resta más que desearles un feliz tiempo de descanso, de distracción, sin olvidar perder la línea de aprender siempre cosas nuevas y provechosas. Todos tenemos el derecho de holgazanear, sobre todo si aún somos jóvenes y universitarios, por supuesto que hay que aprovechar para salir de juerga una que otra vez y abrazar la cama hasta que nos aburramos. El detalle está en que no todo es vagancia, así que no duden en aprender cosas nuevas, leer buenas historias, aprovechar a las personas que la rutina les impide disfrutar y proponerse nuevos retos en base a los errores del anterior período de clases.

¡Coman, duerman y piensen!


(No olviden revisar las noticias una que otra vez e informarse de lo que está pasando en el país y en el mundo. Hay que saber qué pasa para saber qué cambiar.)

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